¡Un nuevo año para Su gloria!

Un año termina y otro comienza.  Un día menos, un día más.  Y todo parece seguir igual. 
Sin embargo, le damos la bienvenida al nuevo año con la expectativa de que algo va a cambiar.  Sufrimos las resoluciones no alcanzadas en el año viejo, y hacemos nuevas resoluciones para el año nuevo.  ¿Por qué pasamos por este ejercicio mental? ¿Por qué es tan importante?

El ser humano necesita ambas cosas: estabilidad y nuevos retos.  Es parte de nuestra dinámica de vida.  Queremos que lo bueno permanezca y florezca, que lo no tan bueno desaparezca, y que cosas mejores se asomen en nuestro horizonte.  ¡Dios nos hizo así!  Añoramos lo mejor, nos agarramos de la esperanza de tiempos mas sosegados, y con esa motivación nos enfrentamos a todos los retos que llegan a nuestra vida. 

Como cristianos, hijos de Dios, coherederos con Cristo de cosas mejores, tenemos que incluir en nuestra fórmula de éxito para el 2012, la resolución más importante de todas: que toda nuestra vida, que cada aliento, que cada esfuerzo, en fin, que todo lo que hagamos, redunde en el testimonio y la gloria de Jesucristo, nuestro Señor.  Como siervos de Dios sabemos que todo lo que construyamos este año, debe estar cimentado en la Roca, que es Cristo.  Aquello que emprendamos, todo nuestro esfuerzo laboral y ministerial, el tiempo que dediquemos a nuestra familia y amistades, tiene que estar impregnado de la gracia de Dios.  Y sobre todas las cosas, que dediquemos nuestra vida a cumplir con el mandato y la voluntad de Dios de expandir Su Reino, para Su gloria.

Por lo tanto, antes de hacer otra cosa, dedica el 2012 a esto:

"Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti…"
(2da Timoteo 1:6)

¡Avívate! ¿Cómo? Renueva tu tiempo de oración, reactiva tu vida de ayuno, comprométete con conocer más de Su Palabra, y resuelve poner manos a la obra en todo aquello que Dios abra puertas. Que cuando concluya el 2012, con todas sus alegrías y sinsabores, mires hacia atrás y veas un año lleno de frutos eternos, ¡vivido para Su gloria! 

En Cristo,
Pastor Gadiel

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