Un mensaje final en el 2011

En el Salmo 3 encontramos lo siguiente:

¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! 
Muchos son los que se levantan contra mí.
Muchos son los que dicen de mí:
No hay para él salvación en Dios.

Cuando pasamos juicio acerca del año que concluye, es posible que veamos muchos asuntos negativos que han ocurrido, tanto a nivel general como personal.  En medio de tanta desesperanza (crimen, economía, desastres, sinsabores, desamores, soledad, pérdidas, etc.) es posible que nos preguntemos si esto de "servir a Dios" vale la pena, si hace la diferencia. ¿Estoy mejor que mi vecino? ¿Mi vida es "color de rosa"?  Hay momentos que nos sentimos como el salmista, con el dedo acusador de sus adversarios mientras le dicen: "Tu Dios te dejó".  Sin embargo, para el verdadero creyente, aquel que es sostenido por el Espíritu Santo mientras peregrina por este valle de dolor que se llama vida, Dios es lo mejor que le ha podido pasar:

Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;
Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
Con mi voz clamé a Jehová,
Y él me respondió desde su monte santo.

El verdadero creyente tiene:

  • Certeza del cuido y sustento de Dios para con su vida
  • Confianza del acceso abierto al Padre que nos regaló el Hijo
  • Reconocimiento de que todo lo que ocurra siempre es lo mejor (¡aunque no necesariamente lo que menos me duele!)

Por esto, hoy, al "acostarnos" en la noche del 2011 y "despertarnos" en la mañana del 2012, la pregunta siempre llega: ¿Qué pasará? ¿Cómo saldrán las cosas? La respuesta nos la da el salmista:

Yo me acosté y dormí, 
Y desperté, porque Jehová me sustentaba.

Cada día, cada nuevo año, cada hálito de vida, llega a nosotros por que Dios nos sigue sustentando. Y por causa de esa mano todopoderosa, soberana, que me sustenta, entonces puedo clamar a viva voz en el 2012:

No temeré a diez millares de gente,
Que pusieren sitio contra mí.

Y puedo orar con fervor para que cualquier obra del enemigo que se levante en contra mía, sea enjuiciada por mi Padre celestial:

Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;
Los dientes de los perversos quebrantaste.

Y como bien hemos aprendido, declaramos con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón:

La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición

En Cristo,
Gadiel

Comments

Ruben said…
Hermosas palabras de aliento para este año. Las grabare para leerlas varias veces durante el año.

Popular Posts