Los guiados por Dios (Parte 1)

Una marca esencial del verdadero creyente es que conduce su vida de acuerdo al consejo de Dios. La Palabra nos dice claramente: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14). Cada paso, cada decisión, cada asunto que emprendemos debe tener el diseño y la aprobación del arquitecto de nuestras vidas, si es que somos cristianos. Ahora, ¿cuál es nuestra responsabilidad como creyente en Dios? Podemos resumirlos de la siguiente manera:
  • Buscar la voluntad de Dios para nuestra vida
  • Cumplir nuestra responsabilidad, nuestra parte en el proceso
  • No afanarnos ni precipitarnos
  • Esperar en Dios, dejar lo resultados en sus manos

Durante las próximas semanas estaremos explorando cada uno de estos pasos con mayor detenimiento. Ahora bien, es importante notar que todo comienza con Dios. Siempre tenemos que partir de la base sólida que representa su voluntad. No es lo que nosotros queremos sino lo que él quiere. Si en algo importante fallamos al momento de tomar decisiones en nuestras vidas, es en aceptar esta verdad. Hay en nuestra naturaleza de pecado una tendencia innata al orgullo, manifestado plenamente en nuestra negativa a que “otro” maneje nuestra vida. No en balde nos gusta tanto el dicho popular que dice: “Vive tu vida y no la mía”. Nos parece que estamos lo suficientemente “grandecitos” y maduros como para aceptar que no tenemos todas las respuestas, que no sabemos escoger el mejor camino, que no somos los dueños de nuestro destino. Por lo tanto, aún cuando Dios quiere guiar nuestro camino, hay varias maneras en que nosotros detenemos o “nublamos” la clara dirección de Dios para nuestras vidas:

  • No querer pensar ni pesar las consecuencias futuras de nuestros actos (Deum.32:29) – Este es el “superespiritual” que no quiere utilizar la herramienta mas obvia que nos regaló Dios para tomar decisiones sabias en nuestra vida: la mente. El consejo de Dios, escrito en su Palabra, es suficiente para traer a nuestras vidas madurez espiritual y emocional. No usar el cerebro, y querer que todo consejo llegue de manera milagrosa (visiones, profecías, etc.) es sencillamente un síntoma de pura vagancia espiritual. ¿Para qué va Dios a querer cambiar nuestra mente si luego no la vamos a usar?
  • No querer escuchar consejo (Prov.12:15) – Para aceptar el consejo de alguna persona, necesitamos primero reconocer que esa persona tiene alguna experiencia o conocimiento mayor al nuestro, y eso atenta contra el alto concepto que tenemos de nosotros mismos. La realidad es que el no querer escuchar a la gente que Dios ha puesto en la iglesia para bendecirnos va en detrimento de nuestra salud espiritual.
  • No sospechar de uno mismo (Salmos 139:23-24) – Esta es la consecuencia lógica de la falta de humildad que acabamos de mencionar. Si “yo me las sé todas” entonces siempre debo estar correcto en todas mis decisiones. Fallar en autocriticarme y en pedirle a Dios que revele a mi vida aquello que no anda bien en mi, tendrá efectos perjudiciales en mi caminar.
  • No sospechar del carisma de otros (1 Tes. 5:21) – Escuché a alguien decir que el don espiritual que mas falta hace hoy en día es el discernimiento. Ya nadie quiere juzgar lo que otros dicen, tal y como la Palabra nos demanda que hagamos, porque hemos sido mal enseñados a no ir en contra del “ungido” de Dios. Se nos olvida que hoy, en esta época neotestamentaria, todos estamos ungidos de parte de Dios a través de las arras del Espíritu. Entregarle las decisiones de nuestra vida a otra persona sin ninguna restricción es una negligencia espiritual seria, que viene como consecuencia de nuestra vagancia espiritual y nuestro pobre entendimiento de la condición humana que todavía cargan aquellos que están en alguna posición de liderazgo en la iglesia. Este asunto, más que los demás, abre de par en par una puerta al engaño y la manipulación espiritual, porque como iglesia, y de manera equivocada, hemos concentrado demasiado poder en personas falibles.
  • No querer esperar (Salmos 40:1-3) – Para el desesperado, el impaciente, el que vive como las olas del mar que van y vienen, estar quieto y esperar es un castigo. Sin embargo, la prueba final e irrefutable de que realmente creemos lo que decimos (que confiamos en Dios), es que estamos tranquilos y en expectativa de que Dios tiene todo bajo su control y que a nosotros solo nos resta confiar en él y su sabiduría.

La semana entrante continuamos con este importante tema para nuestras vidas. Hasta entonces,

En Cristo,
Gadiel

P.D. No olviden “postear” sus comentarios y sugerencias en el blog.

Comments

Ruben said…
Aaameen...pastor.
No existe mayor paz que esperar en Dios y tomar desiciones basadas en su palabra. En estos momentos donde tantas personas tomaran desiciones que marcaran sus vidas, esta palabra es una guia para que con sabiduria y no con emociones,oremos, pensemos claramente y en paz decidamos por la voluntad de Dios.......Gracias Gady.
Con amor. Ruby, Mari y pitufos.
Unknown said…
A muchos les parece una locura el esperar en Dios con quietud y tranquilidad, sabiendo que Dios tiene el control de todas las cosas y que no hay nada mejor que esperar en El...Gracias por la palabra pastor...
con amor...Michael, Marisol y los chicos
sofynoel said…
Bendecidos,
Es un privilegio para nosotros el tener una palabra de restauracion dia a dia y saber que en medio de la quietud Dios se glorifica. Gracias a nuestro pastor por tener una gran vision.
Les Amamos....Sofy Y Noel

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