Una mejor resolución para el Año Nuevo


De seguro ya hicimos el listado de resoluciones del Año Nuevo.  Algunas son refritos de años anteriores (ej. “adelgazar”, “ser mejor padre”, etc.).  Otros pueden ser de concepción reciente (ej. “volver a estudiar”, “establecer un negocio”, etc.).  Pero de seguro, muchas "pasarán a mejor vida" antes de que finalice el mes de enero.  La complejidad de la vida, las particularidades de nuestro carácter, y la falta de pasión por lo correcto,  nos llevan irremediablemente a convertirnos en esclavos de lo “urgente” a expensas de lo “importante”.  Haremos hoy lo que haya que hacer para sobrevivir un día mas, aunque eso signifique seguir socavando los fundamentos que nos prepararan para el presente y el futuro. ¿Cuál debe ser la prioridad de mi vida como cristiano? ¿Cuál es esa inversión fundamental de tiempo y talento que me dará los resultados eternos que debo cosechar? ¡Esa es la pregunta!

En varias de sus cartas, el apóstol Pablo nos abre la puerta de su lugar secreto con Dios, para que conozcamos la prioridad del Espíritu Santo por  su iglesia:

“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” 
(Colosenses 1:9)

El apóstol dedica su vida de oración a interceder por los hermanos en la fe, para que sean “llenos del conocimiento de su voluntad”.  Toda relación interpersonal (amistad, matrimonio, etc.) crece y se solidifica basada en la “comunión”, que es el entendimiento profundo que cada parte tiene de la otra.  Por ejemplo, la única manera en que puedo asegurar una relación matrimonial duradera, es conociendo a la saciedad a mi pareja para que, dentro de un marco de respeto y armonía, me asegure de hacer lo que le agrada y no hacer lo que le desagrada.  Nuestra relación con Dios es infinitamente diferente a estos ejemplos, en el aspecto de que Dios es primeramente el Soberano Rey del universo, aun cuando me ha ofrecido su paternidad, su amistad y su compañerismo.  Por lo tanto, siendo Él el Rey, la voluntad que domina y prevalece en nuestra relación es la de Él.  Y para que la relación crezca y funcione es sumamente necesario que yo aprenda y me asegure de hacer lo que le agrada y no hacer lo que le desagrada.  A eso se refiere el apóstol Pablo aquí. 

Ahora bien, ¿es ser “llenos del conocimiento de su voluntad” realmente la prioridad máxima para mi vida? Podrías argumentar que has hecho todo lo requerido para ser considerado un cristiano moderno:

“Ya repetí la “oración del pecador”, voy regularmente a la iglesia, inclusive sometí los papeles de “membresía”, soy parte de un “ministerio”.  Si me preguntan acerca de algún asunto de la Biblia tengo el numero de teléfono de mis pastores “a mano”, llevo a la gente a las “actividades de la iglesia” para que los evangelicen, y mis hijos van a la Escuela Dominical para recibir su educación cristiana (¡eso aparte de los videos que les he comprado para que conozcan las historias de la Biblia!). ¿Ahora también quieres que me convierta en un teólogo o monje ermitaño? Por favor, ¡un poco de realidad práctica aquí!”

Si te identificas con este pensamiento déjame decirte ¡que te has convertido en esclavo de lo “urgente” a expensas de lo “importante”!  Eres el modelo a seguir si alguien quiere convertirse en un cristiano nominal (o “del montón” como decimos en Puerto Rico), uno que piensa que el jugo en polvo instantáneo es igual de sabroso y nutritivo que el jugo exprimido directo de la fruta.  El ultimo requiere de mas esfuerzo y dedicación, pero a la postre es muchísimo mejor, tanto en el resultado inmediato (sabor) como a largo plazo (salud). 

Ahora bien, medimos la eficacia de cualquier empresa por los resultados.  Por ejemplo, si dijiste en enero 1 que tienes la intención de rebajar 20 libras en tres meses, lo que nos queda es pesarte hoy y en abril 1, para verificar si lograste tu cometido.  Entonces, ¿por qué Pablo pensó que “ser lleno del conocimiento de su voluntad” es la necesidad mas apremiante del creyente?  Conoceremos su importancia entendiendo los resultados que esto genera.  Según la Palabra conocer a Dios “en toda sabiduría e inteligencia espiritual” afectará radicalmente la totalidad de nuestra vida cristiana:

“… para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz” 
(Colosenses 1:10-12)
Conocer la voluntad de Dios, lo que le agrada y le desagrada, nos capacita para lo siguiente:
  • “Andar como es digno” de Dios – “Andar” es simplemente “vivir”; conocer a Dios me permite tomar cada decisión en cada minuto de mi vida, de tal manera que agrade a Dios y le glorifique.
  • “Agradándole en todo” – Conocer a Dios me permite restringir el pecado en mi vida, someter mi voluntad y deseo no a lo que yo quiero sino a lo que Dios desea.
  • “Llevando fruto en toda buena obra” – Hacer lo que a Dios le agrada resulta en Su bendición sobre la obra de mis manos; ¡la multiplicación y la efectividad espiritual de mi trabajo en el Señor depende enteramente de Su gracia!
  • “Creciendo en el conocimiento de Dios” – Cualquier relación crece a través de la fidelidad mutua; voy a descubrir mas de mi a aquellos que mas valoran mi compañerismo.  Hacer lo que a Dios le agrada resultará en una relación cada vez mas profunda con el Creador.
  • “Fortalecidos con todo poder” – Recibiré la gracia, el cuidado, y la autoridad de Dios para enfrentar cada situación de la vida, ¡y salir victorioso!
  • “Para toda paciencia y longanimidad; con gozo” – La vida en esta tierra es una carrera, en momentos dichosa y refrescante, en otros dura y difícil.  La Palabra nos habla de la necesidad de “correrla con paciencia”, no necesariamente con rapidez.  Este consejo para la victoria final es difícil de tragar en una sociedad que quiere el placer rápido y evita a toda costa el dolor.  Conocer a Dios nos equipará con el poder espiritual para vivir la vida con paciencia y perseverancia, gozosos de que lo estamos haciendo bien, no importando la condición a nuestro derredor.

¿Quieres terminar tu carrera en la tierra con galardones de oro y plata o certificados de papel barato? ¿Quieres pararte frente al trono de Dios con un reporte de tiempo perdido en nimiedades o un listado de acciones con consecuencias eternas?

¿Quieres ser cristiano o parecer cristiano? ¡Esa es la pregunta!

En Cristo,
Gadiel

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