La "Inclusión" y el Cristiano

INCLUSIÓN – “Introducción de una cosa en el interior de otra o dentro de sus límites”

“Inclusión” es la palabra del momento en nuestra sociedad postmoderna. Se refiere a “dejar entrar” a aquellos que se consideraban al margen de la norma, de lo establecido. Cuando lo traemos al contexto de la iglesia muchos hermanos están reclamando lo siguiente:

  1. Nadie tiene la verdad absoluta; con su corolario: “hay muchos caminos a Dios”
  2. Jesús solo habló y mostró amor, no “doctrina”; con su colorario: Las “doctrinas y dogmas” son inventos de las Iglesias para controlar la mente de la gente
Así piensan los postmodernos en general y no nos debe sorprender que la masa de gente en el mundo les sigan. Pero existe un grandísimo peligro cuando los hermanos en la fe ven las cosas de la misma manera. ¿Por qué?:

  1. La verdad absoluta existe - De hecho eso es lo que predicamos. De no ser así, ¡cerremos las Iglesias y olvidémonos de toda esta patraña! Cuando somos confrontandos por el mundo y nuestro corazón duda, necesitamos recapitular en nuestro “cristianismo”. ¿En que creemos? ¿Dónde está fundamentada nuestra fe?:
    • “Y sin embargo a mí, que les digo la verdad, no me creen… Si digo la verdad, ¿por qué no me creen?” (Juan 8:45-46)
    • "Yo soy el camino, la verdad y la vida,le contestó Jesús. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6)
    • “El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce” (Juan 14:17)
    • “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17)
  2. Jesús fue quien enseñó doctrina – Doctrina es “instrucción”, y ésta es la que luego pasaron los apóstoles de boca en boca y en sus escritos contenidos hoy en la Biblia. Cristo vino a clarificar la verdad acerca del mundo, de la vida, de la muerte, de la relación del hombre con Dios y con su prójimo. Esa “verdad” tiene pies y cabeza, y está contenida en un conjunto de declaraciones absolutas establecidas por su propia boca. En el cielo no hay grises, puntos medios, ni consenso. Dios es santo, separado, y él establece la separación entre lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, lo blanco y lo negro, el cielo y el infierno. Al mundo no le gusta lo que oye, porque le acusa. Nosotros le hacemos un flaco servicio a los hombres (¡y de facto los odiamos con todas nuestras fuerzas!) cuando les negamos el beneficio de escuchar la verdad que los liberará de su muerte eterna.
    • “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina” (Mateo 7:28)
    • “Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.” (Juan 7:16)
    • “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.” (Juan 7:17)
    • “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42)
    • “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.” (Romanos 16:17)
Si estos dos puntos están tan claramente establecidos en la Palabra ¿por qué los cristianos los estamos rechazando?
  1. No queremos perjudicarnos personalmente – Esta “cobardía” está bien fundamentada. Si somos odiados por nuestros hermanos y amigos, gobierno e instituciones, ¡nuestra vida sera una miseria en esta tierra!... ¡Bienvenido al verdadero cristianismo!:
    • “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” (Juan 15:18-19)
  2. No queremos renovar nuestras ideas – Todo este problema es producto de que los cristianos estamos pensando como piensa el mundo. Por definición somos una “contracultura”, o sea que “nadamos en contra de la corriente”. Esto implica que a lo que el mundo llame “bueno” (en la mayoría de las veces) tendrá un componente de pecado y rebeldía contra la verdad de Dios.
    • “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2, NVI)
Hoy por hoy “lo establecido” ha perdido su posición ante la nueva “mentalidad de apertura”. Pero esta mentalidad no es la mentalidad de los hijos del Reino de Dios. Somos aquellos que con grande amor, con cuidados extensos, con la maxima solicitud, sin pedir nada a cambio, le advertiremos al mundo de su extravío, antes de que sea demasiado tarde. ¡Esto es “amor”! ¡Es el mismo amor que Jesús mostró al venir a la tierra para enseñar y modelar la “doctrina” del cielo!

En Cristo,
Gadiel

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