Los pecados que toleramos – El egoísmo

(Esta serie esta basada en el libro “Respectable Sins, de Jerry Bridges, NavPress, 2007, también disponible en español - un excelente recurso para el discipulado y crecimiento espiritual personal)

¿Has observado alguna vez a un infante jugando con otros? Se le hace sumamente difícil compartir cualquier cosa (dulces, juguetes, etc.). Aquellos que son padres responsables saben lo difícil que es erradicar (o al menos controlar) el problema del egoísmo en sus hijos. El egoísmo es una característica natural de los seres humanos y la podemos definir como un “excesivo y no-moderado amor por uno mismo”.

El egoísta:
  • Piensa solo en él y no en los demás
  • Ve a los demás como los medios para conseguir lo que quiere
  • No piensa en servir sino en ser servido
  • Es desconsiderado no piensa en el impacto de sus acciones en los demás (ej. palabras necias, sarcasmo, impuntualidad, etc.)

El egoísmo es la raíz de los profundos males que vivimos como sociedad (ej. abuso sexual, maltrato conyugal, corrupción política, robo, peleas, etc.). Los matrimonios se destruyen por el egoísmo (el mal uso del dinero, la infidelidad, etc.), la pobreza existe por el egoísmo (porque unos pocos quieren acaparar todo el dinero disponible), la violencia social existe por el egoísmo (porque unos quieren sacar ventaja de los otros por la fuerza).

Los cristianos tenemos que aprender a actuar diferente:

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús…” (Filipenses 2:3-5)

Nuestras acciones no pueden provenir de la contienda o el orgullo, sino se tienen que basar en:
  • Humildad – Trato a los demás como superiores a mí, o sea que todos los que me rodean sean vistos por mi como dignos de respeto
  • Consideración – Debo siempre “mirar” (estar pendiente, cuidar, procurar) por los asuntos de los demás de la misma manera que cuido y velo por los asuntos propios.

Este llamado se basa en el ejemplo de Cristo, que hizo exactamente eso por nosotros, el cual no estimando su posición de Dios, se despojó de su gloria y se entregó para tu beneficio y el mío.

En Cristo,
Gadiel

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