Los guiados por Dios (Parte 2)
- Fuimos formados por Dios, tal y como somos, ordenados a vida desde antes de nuestro nacimiento: “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que luego fueron formadas, sin faltar ni una de ellas” (Salmos 139:13-17). Tú no eres un error, un problema ni un desperdicio. Le perteneces a Dios el cual tiene un camino para ti.
- Si has conocido a Jesús como tu salvador personal, fuiste escogido y bendecido para que tu vida alabe la gloria de Dios a través de la santidad que él va a producir en ti: “Según nos escogió en él (Cristo) desde antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:3-6).
- Hay una camino nuevo por el cual debes andar, el cual fue preparado previamente por Dios para ti: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales preparó de antemano, para que anduviésemos por ellas” (Efesios 2:10). Hay un trabajo preasignado por Dios para ti, el cual debes cumplir para que su nombre sea conocido por muchos que están a tu alrededor.
Como puedes ver, existe un plan eterno para nosotros preparado desde antes de nuestro nacimiento. Este plan es para la gloria de Dios (no la nuestra) y es lo que llamamos su voluntad sobre nosotros. Ahora bien, nos preguntamos, ¿podrá Dios llevar a cabo su plan o habrá algo que lo interfiera? La Escritura nos enseña que nada ni nadie puede detener a Dios: “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35). Así que, ¿cuál debe ser nuestra respuesta a esta realidad? Debemos buscar cuidadosamente cuál sea el propósito de Dios para nosotros. Esto se hace a través de:
- Tiempos de oración personal y secreto, hablando con Dios y preguntándole acerca de su dirección para nuestra vida. En estos tiempos debemos separar espacio para el silencio y la meditación delante de Dios, pues él habla a nuestro Espíritu en la calma y la tranquilidad.
- Estudio intenso y diligente de la Biblia, pues en ella está plasmada la voluntad de Dios para su iglesia, y las bases doctrinales, morales y éticas para la toma de decisiones saludables para nuestra vida.
- Búsqueda de consejo espiritual sabio, en nuestros pastores y ancianos probados de la congregación local.
- Permitir que Dios nos hable a través de la manifestación de dones espirituales de la iglesia local (palabra de ciencia y sabiduría, profecía personal). Si hemos hecho nuestra asignación y hemos estudiado la palabra de Dios con diligencia, entonces estamos listos para recibir este tipo de ministración, la cual necesita ser escuchada, estudiada, juzgada y aceptada o rechazada según el Espíritu de Dios nos dirija (a través de los tres pasos anteriores)
En Cristo,
Gadiel
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La palabra, excelente como siempre. Adelante que a través de la misma nos bendices a muchas personas.
Yahaira y Alejandro